Hace 55 años murió Robert Capa, un hombre de película
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"Si haces fotos que no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca"
EFE/Concha Barrigos
Tomó prestado de Frank Capra y de Robert Taylor su nombre; fue amante de Ingrid Bergman y vivió una vida de película que truncó, cuando sólo tenía 41 años, una mina. Era Robert Capa, un contador de historias íntegro y valeroso que no sólo supo retratar la guerra como nadie sino también qué hacer con aquellas imágenes.
La Fábrica recupera ahora, cuando se cumplen 55 años de su muerte, "Ligeramente desenfocado" ("Slightly Out of Focus"), sus memorias sobre la II Guerra Mundial que escribió en 1947, cuando sólo tenía 34 años, por encargo del editor Henry Holt.
"Si haces fotos que no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca", decía quien quería, sobre todo, ser periodista y escritor.
En sus memorias, un relato sobre la II Guerra Mundial con más de cien fotografías que comienza en el verano de 1942 y concluye en mayo de 1945, disimuló el nombre de algunos personajes, omitió otros, y se tomó, en definitiva, la libertad de a veces "llegar a la verdad y otras veces traspasarla".
Capa, nacido como Endre Friedman el 22 de octubre de 1913 en Budapest, fotografió la Guerra Civil Española (1936-1939), la resistencia de China a la invasión japonesa (1938), la II Guerra Mundial (1941-1945), la Primera Guerra Árabe-Israelí (1948) y la Primera Guerra de Indochina (1954), y lo hizo con la valentía que le caracterizó hasta el mismo instante en que pisó la mina que le hizo volar por los aires.
Con 17 años, y por su apoyo a los movimientos de izquierdas, huyó de Hungría, y recaló en Berlín, donde entró a trabajar como recadero en la agencia gráfica Dephot.
En 1932 le enviaron a Copenhague para fotografiar a un exiliado León Trotsky. Lo hizo, pero a continuación tuvo que huir de Alemania porque Hitler había comenzado su persecución de los judíos.
Tras un paréntesis en Budapest se fue a París donde conoció a otros fotógrafos como Henri Cartier-Bresson y a una judía alemana refugiada llamada Gerda Pohorylle.
Dos años después André, como ya se hacía llamar Endre, y Gerda, decidieron "crear" a Robert Capa, una adaptación del apellido de Frank Capra, y del nombre de Robert Taylor. Gerda cambió también su apellido por el de Taro, en "honor" del japonés Taro Okamoto.
El misterioso Capa no tardó en ganar celebridad. Cuando se destapó la artimaña, decidió dejarlo estar y adoptar el nombre que le había dado la reputación.
Con 22 años, Capa ya cubría la Guerra Civil con la exhaustividad y apasionamiento que le hicieron famoso, y fue en su primer viaje cuando hizo la famosa fotografía del miliciano de la República en el momento de ser abatido en combate.
Taro se quedó en Madrid mientras Capa viajaba a París a atender unos asuntos y, atrapada en la confusión de la retirada mientras cubría los combates de Brunete, fue aplastada por un tanque republicano. Él sólo regresó a España para cubrir la partida de las Brigadas Internacionales.
Después de la II Guerra Mundial, Capa, que era ciudadano norteamericano desde 1946, fundó con Henry Cartier-Bresson, David Seymour "Chim", George Rodger y William Vandivert la agencia Magnum.
En abril de 1954, Life le propuso que fuese a Indochina a cubrir el conflicto en sustitución de un fotógrafo que había regresado a Estados Unidos.
El 25 de mayo, en el delta del río Rojo, cuando acompañaba a un convoy francés, bajó del camión para fotografiar a los soldados. Pisó una mina y murió en el acto.
John Steinbeck escribió de él que "sabía qué buscar y qué hacer con lo que encontraba. Podía fotografiar el movimiento, la felicidad, el desengaño. Podía fotografiar el pensamiento".
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EFE/Concha Barrigos
Tomó prestado de Frank Capra y de Robert Taylor su nombre; fue amante de Ingrid Bergman y vivió una vida de película que truncó, cuando sólo tenía 41 años, una mina. Era Robert Capa, un contador de historias íntegro y valeroso que no sólo supo retratar la guerra como nadie sino también qué hacer con aquellas imágenes.
La Fábrica recupera ahora, cuando se cumplen 55 años de su muerte, "Ligeramente desenfocado" ("Slightly Out of Focus"), sus memorias sobre la II Guerra Mundial que escribió en 1947, cuando sólo tenía 34 años, por encargo del editor Henry Holt.
Capa con un oficial francés en Luang Prabang, Laos, mayo de 1954. La cámara que porta es una Contax IIa, la misma que usaba en el momento de su muerte
"Si haces fotos que no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca", decía quien quería, sobre todo, ser periodista y escritor.
En sus memorias, un relato sobre la II Guerra Mundial con más de cien fotografías que comienza en el verano de 1942 y concluye en mayo de 1945, disimuló el nombre de algunos personajes, omitió otros, y se tomó, en definitiva, la libertad de a veces "llegar a la verdad y otras veces traspasarla".
Capa, nacido como Endre Friedman el 22 de octubre de 1913 en Budapest, fotografió la Guerra Civil Española (1936-1939), la resistencia de China a la invasión japonesa (1938), la II Guerra Mundial (1941-1945), la Primera Guerra Árabe-Israelí (1948) y la Primera Guerra de Indochina (1954), y lo hizo con la valentía que le caracterizó hasta el mismo instante en que pisó la mina que le hizo volar por los aires.
Con 17 años, y por su apoyo a los movimientos de izquierdas, huyó de Hungría, y recaló en Berlín, donde entró a trabajar como recadero en la agencia gráfica Dephot.
En 1932 le enviaron a Copenhague para fotografiar a un exiliado León Trotsky. Lo hizo, pero a continuación tuvo que huir de Alemania porque Hitler había comenzado su persecución de los judíos.
NORMANDÍA. Una de las ocho tomas supervivientes de tres rollos de imágenes (106 en total) que tomó con un lente normal de 50 mm. en el desembarco aliado en la playa de Omaha, 6 de Junio de 1944
Tras un paréntesis en Budapest se fue a París donde conoció a otros fotógrafos como Henri Cartier-Bresson y a una judía alemana refugiada llamada Gerda Pohorylle.
Dos años después André, como ya se hacía llamar Endre, y Gerda, decidieron "crear" a Robert Capa, una adaptación del apellido de Frank Capra, y del nombre de Robert Taylor. Gerda cambió también su apellido por el de Taro, en "honor" del japonés Taro Okamoto.
El misterioso Capa no tardó en ganar celebridad. Cuando se destapó la artimaña, decidió dejarlo estar y adoptar el nombre que le había dado la reputación.
Con 22 años, Capa ya cubría la Guerra Civil con la exhaustividad y apasionamiento que le hicieron famoso, y fue en su primer viaje cuando hizo la famosa fotografía del miliciano de la República en el momento de ser abatido en combate.
Taro se quedó en Madrid mientras Capa viajaba a París a atender unos asuntos y, atrapada en la confusión de la retirada mientras cubría los combates de Brunete, fue aplastada por un tanque republicano. Él sólo regresó a España para cubrir la partida de las Brigadas Internacionales.
Después de la II Guerra Mundial, Capa, que era ciudadano norteamericano desde 1946, fundó con Henry Cartier-Bresson, David Seymour "Chim", George Rodger y William Vandivert la agencia Magnum.
En abril de 1954, Life le propuso que fuese a Indochina a cubrir el conflicto en sustitución de un fotógrafo que había regresado a Estados Unidos.
El 25 de mayo, en el delta del río Rojo, cuando acompañaba a un convoy francés, bajó del camión para fotografiar a los soldados. Pisó una mina y murió en el acto.
ÚLTIMA FOTO. Apenas pulsó el disparador de su cámara, salto por los aires.
John Steinbeck escribió de él que "sabía qué buscar y qué hacer con lo que encontraba. Podía fotografiar el movimiento, la felicidad, el desengaño. Podía fotografiar el pensamiento".
Fuente: Adn.es
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