A sus 39 años, el artista ya era una estrella cuando murió. Sin embargo, en las últimas décadas, su fama no ha hecho sino incrementarse entre las nuevas generaciones latinoamericanas. Año a año sigue convocando a gran número de fanáticos de todas las edades frente a su tumba, en el Panteón Jardín de la ciudad de México.
En el Perú, si alguien duda de su vigencia, puede acercarse al sótano del centro comercial Polvos Azules en Lima o al campo ferial El Hueco, emporio de la piratería nacional. Allí se venden como pan caliente las rumas de copias de DVDs de Nosotros los pobres y de A toda Máquina.
Aunque el actor era abstemio en la vida real, en el video de arriba recordamos su interpretación del descorazonado borracho que dialoga con un joven Ramón Valdez (Don Ramón de El Chavo del Ocho). Esta entrañable escena pertenece a la película La vida no vale nada (1955), dirigida por Rogelio A. González. El filme está basado en un par de cuentos del escritor ruso Máximo Gorki y la música es de Manuel Esperón, el mismo compositor de Amorcito corazón.
Ídolo de Guamúchil José Pedro Infante Cruz nació el 18 de noviembre de 1917 en Mazatlán, pero se crió desde niño en Guamúchil, Sinaloa, México.
La muerte, el mito Pedro era fanático de la aviación y estaba piloteando una nave cuatrimotor modelo XB-24-D, de la Segunda Guerra Mundial, cuando encontró la muerte. La aeronave colisionó a cinco minutos de despegar de Mérida, Yucatán, en el sureste de México.
El actor falleció junto a sus amigos, el mecánico Marciano Bautista y el copiloto Manuel Vidal. También hubo dos víctimas en tierra. Un bombero identificó partes del cuerpo del ídolo por la pulsera grabada con su nombre y la insignia de dos alas que simbolizaba la licencia de Capitán piloto aviador. A las 11 y 12 de aquella mañana, Manuel Bernal, locutor de la XEW de México, dio la noticia intentando contener el llanto: "Este lunes 15 de abril de 1957, Pedro, nuestro amado Pedro... se ha confirmado, ha muerto. En un trágico accidente en Mérida...".
Aquella semana se suicidaron 22 mujeres.
Los investigadores concluyeron que el motivo del percance fue la sobrecarga de la nave.
50 aniversario: Infantes vestidos con el traje de aviador de Pedro, frente a su tumba, 15 de abril de 2007 (Foto: Flickr/Airedetina).
La conmemoración del cincuentenario del último adiós del artista ha motivado numerosos homenajes que agigantan aún más su importancia. Se ha calculado que en Internet se menciona a Pedro Infante 20 mil veces. Sólo en tres programas radiales dedicados a su memoria en Mérida, se han trasmitido 60 mil horas de su música desde de su deceso.
Hay testimonios de que el espíritu del cantante visita el lugar donde cayó el avión y aún hay quienes aseguran haberlo visto con vida pues, del mismo modo que se dice de Elvis Presley, afirman que decidió simular su muerte para llevar una vida más reposada. Lo cierto es que Pedro Infante murió sin testamento y la Warner Music, propietaria de los derechos de sus temas, se ha beneficiado de su inacabable talento más que sus propios hijos.
Cabe anotar que muchas de las películas de la Época de oro del cine mexicano, en especial las de Infante, han sido criticadas por ensalzar la figura del mexicano machista, alcohólico, mujeriego y violento. Se trata pues de un fenómeno cinematográfico que responde a su época y del que difícilmente se dejará de hablar. Se despidió del Perú El actor arribó a Lima el 8 de enero de aquel 1957. El buen Juan Gargurevich Regal, maestro del periodismo, estaba entonces encargado de la página de espectáculos de La Crónica y lo recuerda: "Fortachón, chato, con sonrisa y simpatía profesionales y sobre todo, absolutamente sorprendido por el entusiasmo limeño".
Pedro Infante estuvo una semana entre nosotros y cantó en el gran cine teatro El Porvenir del distrito de La Victoria (el de mayor capacidad que tuvo Lima) y en el City Hall del centro de la ciudad.
Nos imaginamos la emoción de nuestras madres y abuelas escuchando el tema con el que cerramos este post: Deja que salga la Luna, compuesto por José Alfredo Jiménez para la película Los gavilanes del realizador Vicente Oroná Uran(1954).