La Cerebroteca de Lima
Un pasadizo atraviesa dos habitaciones tapiadas con lívidos cerebros contenidos en frascos dispuestos en anaqueles. El pasaje va a dar a un pequeño recinto donde una anciana mujer, de baja estatura y ancho cuerpo, inclina ávida su cabeza cana sobre una mesa salpicada de más sesos.
Ella es la doctora Adriana Ciudad de Andrade, encargada del Museo de Patología del Instituto Especializado de Ciencias Neurológicas (IECN), donde se conservan más de tres mil cerebros destinados al estudio de las enfermedades mentales en el Perú. El museo se ubica muy cerca del río Rímac, en la parte posterior del Instituto que da al jirón Ancash de Barrios Altos.
Única en Latinoamérica, la cerebroteca de Lima fue creada en 1947, por Oscar Trelles Montes, padre de la neurología en el Perú, a imagen y semejanza de la que había visto en París, donde estudió. También existen otras en Barcelona, Hamburgo y Berlín.
La colección es visitada frecuentemente por alumnos de secundaria, médicos, estudiantes de neurología, neurocirugía y psiquiatría del Perú y el extranjero.
La visita para cualquier interesado es gratuita, previa solicitud, informó la doctora Diana Rivas, colaboradora de Ciudad.
“Los órganos provienen de la morgue del mismo IECN. Necesitamos investigar los casos infecciosos. Pedimos autorización de los familiares y ellos acceden porque les conviene descartar problemas hereditarios” dice Ciudad, cuya baja estatura, cabello blanco y gestos tiernos, la hacen ver como una abuela rodeada de sus nietos cuando da lecciones de anatomía patológica a los futuros médicos.
La disección se hace los jueves, siempre con alumnos para no desperdiciar el corte. El cerebro, de color de marfil amarillento y púrpura en los pliegues, es depositado en una palangana blanca. Ciudad lo levanta y secciona con ayuda de un cuchillo especial llamado cerebrótomo.
La clase determina el mal y sus efectos. Se guarda la parte demostrativa en un frasco con formol y se cataloga según el tipo de enfermedad. De esta manera se puede conservar los encéfalos unos cien años.
A los cerebros recién extirpados se les cambia el formol cada dos días; a los antiguos, una vez al año. Se alterna la exhibición de los frascos en grupos de 300 para que los visitantes puedan apreciar las diversas enfermedades que existen.
En el Museo se puede apreciar, entre otras, la forma humana de la enfermedad de las vacas locas llamada Creutzfeldt-Jakob. Aunque es rara en el Perú, hay reportes de su existencia desde 1970. Este mal incuba durante años y provoca luego la demencia.
Enfermedades como sida, parasitosis, hidrocefalia, tuberculosis, meningitis y unos 36 tipos de cáncer se ven en la muestra. También los aneurismas y quistes provocados por amebas y hongos. Un mal común es la cisticercosis, ocasionada por el consumo de carne de chancho en mal estado.
La investigación de todos estos males revela la importancia de una colección en la que además hay cerebros de animales necesarios para el estudio de la neurología como el cerdo, el perro, la gallina y el mono.
Uno de los proyectos de las administradoras de la cerebroteca es el Museo virtual, el cual permitirá poner en línea todos los resultados de las disecciones y aprovechar los conocimientos provenientes del centro de salud con el mayor número de autopsias del país.
Sin embargo, ellas están preocupadas por la falta de atención y escaso presupuesto asignado por el gobierno a sus investigaciones. A la erosión de las estructuras provocadas por la cercanía del río Rímac se suma el deterioro de la antigua mesa de disecciones de granito poroso. Este material acumula la sangre y restos de tejidos por lo que es necesaria una mesa de acero quirúrgico.
Ciudad y Rivas esperan el apoyo de la ministra de salud, Pilar Mazzeti Soler, quien era directora del Instituto cuando le encargaron dicha cartera.
ACTUALIZACIÓN [25/05/10]
La periodista Dánae Rivadeneyra recorrió este año, cámara en mano, el Museo de Neuropatología o Cerebroteca de Lima: